martes, 30 de junio de 2009

Amor Cautivo capítulo II

Federico quedó atónito con la reacción de su mujer, nunca la había visto de esa manera, era necesario que aclarara las cosas de una vez con ella.
-Florencia, sabes que yo no…-
-¿qué? no soy una buena sierva, señor, permítame recordarle que usted y mis padres ocultaron la verdad, así que no podía saber antes cual era mi lugar en esta casa-
Federico exasperado por las palabras de su mujer la agarro de los hombros mientras le decía firmemente –Tu eres mi mujer, la madre de mi hijo, heredero de la comarca, señora de esta casa-
-De que sirve una casa, hecha solo de material para criar a vuestro hijo-
-Amor, por favor, necesito explicarte-
-Señor, usted no debe de cometer esa bajeza, explicarle algo a su sierva-
-¡maldición Florencia! Si no estuvieras embarazada juró que te daría una tunda que haría que ese redondeado y hermoso trasero que tienes tuviera un bonito color rosáceo-
Flor bajo la mirada, apenada sobre todo por que María todavía se encontraba limpiando los destrozos que ella había hecho, sabía muy bien que los criados sabían que a sus patrones les gustaba mucho estar en el lecho, a veces hasta las mismas criadas le daban consejos de cómo quitarse las agujetas que le quedaban en el cuerpo cuando Federico y ella terminaban de sus largas sesiones nocturnas en el arte amatorio, pero hacer alusiones al cuerpo de ella enfrente de su doncella, era algo impúdico.
Como si María adivinara su vergüenza salio del cuarto lo más callada posible; en ese momento Florencia volteo a ver a Federico.
-¿Señor era necesario apenarme de esta manera enfrente de mi doncella?-
-Juro por el Señor, Florencia…-
Federico no sabía que hacer con su mujer, era más terca que una mula, pero su decisión de enfrentarlo con la cabeza en alto desafiándolo y con ese tiente rosaceó en su cara tanto por el enojo como por la vergüenza lo desarmaba, lo único que quería era quitarle la túnica, recostarla en la cama y montarla hasta que los dos gritan en su culminación, pero sabía que Florencia se resistiría, y tenía que pensar en su hijo y en sus partes nobles, para que no corrieran ningún peligro como la vez que la conoció en árbol de manzanos, cuando ese trovador cantaba cerca del pozo en la plazoleta de San Francisco, la imagen de Florencia sentada, con los ojos cerrados mientras sonreía le vino a la mente, pero sobre todo cuando vio sus ojos por primera vez de un color verde tan brillante que opacaba a cualquier esmeralda, era un color tan nítido, tan extraordinario, que se sintió hechizado en ese mismo instante, sintió como una parte de su anatomía crecía hasta que las medias que utilizaban asfixiaban a su compañero, sin saber por que se acercó a ella con una sonrisa resuelta, sabía que la había turbado su rubor la delataba.
-Buenas tardes, señorita, ¿podría tener el placer de sentarme a su lado?-
-Esta en libre derecho de hacerlo, el árbol no es mío- Sonriéndole se sentó a su lado – ¿Qué es lo que imaginaba?-
- Me imaginaba al fuerte caballero, que había rescatado a esa doncella del terrible destino, ultrajante de ese Lord-
- ¿y como se imagina al caballero?-
- debe ser de buen porte, y tener un corazón tan grande que tan solo mirar a la mujer que Dios la ha designado quede prendado a ella, que la cuide y la proteja, que la deje reír, que la deje ser libre, que nunca la subyugue-
Florencia cerraba los ojos mientras le decía todo lo que debía tener su caballero, y aprovechando la oportunidad se acerco a ella y le susurro al oído – y que le haga el amor cuando oscurezca y amanezca- Flor rápidamente se puso de pie, su rostro estaba teñido del rubor más exquisito.
-Como se atreve, señor, a decirme esas clase de… de cosas… es ultrajante…es indebido-
-es delicioso-
El rubor de Florencia se intensifico más, mientras Federico la acorralaba contra el árbol – Un hombre tiene necesidades, así sea un héroe, el reclamaría algún agradecimiento de esa mujer salvada, ¿no lo cree?- Sin decir más sus labios se posaron en una Florencia indignada, al principio fue solo un roce, pero al ver que no respondía la sujetó de la parte trasera del cuello y profundizo el beso introduciendo su lengua para saquear el laberinto que se encontraba dentro, Florencia al principio se estremeció nunca antes la habían besado, quería quitárselo de encima pero el era más fuerte, más grande, más deliciosamente pecaminoso, y sin más Florencia tímidamente respondió lentamente a esa intromisión, Federico estaba feliz, aunque se dio de su inexperiencia, la acercó más a su cuerpo hasta que Florencia sintió la excitación masculina, y sin decir más levantó la rodilla para encajarla en ese lugar calenturiento, Federico cayó al suelo con un gemido.
-A veces, las mujeres no necesitamos de héroes para defendernos, Señor, buenas tardes- y sonriendo Flor se encamino a su casa.

0 comentarios:

Blog Widget by LinkWithin
 

Escritora en Femenino Copyright © 2009 Girlymagz is Designed by Bie Girl Vector by Ipietoon