miércoles, 1 de julio de 2009

Amor Cautivo capítulo III

Dos meses después

Florencia se levantó como siempre, pero ahora con un poco más de dificultad ya que estaba en el sexto mes de su embarazo y parecía que el crío iba a ser acróbata ya estaba dando de brincos dentro de ella, poniéndose una mano en su panza le dijo en voz baja al bebé – ya amor, estate quieto hasta que me vista por favor, hoy tenemos visitas, viene tu tía Liliana-
Liliana era la hermana pequeña de Flor, pero aparte de eso era su amiga y confidente, Lili sabia de sus sueños, sabía del primer encuentro de Federico, sabía del amor que profundamente le profesaba a su marido, y era igual que ella en cuanto al amor se refería, también soñaba con su príncipe andante, por eso iba a ocultar el contrariedad que tenía con Federico, le tendría que pedir a su esposo que le hiciera el favor de aparentar delante de su hermana que todo estaba excelente en su relación, pero lo que más le atemorizaba es que Federico le iba pedir algo a cambio, y ella sabía muy bien que era.

Federico como de costumbre estaba metido en su despacho revisando los papeles de las ventas de sus negocios, era lo único que le quedaba desde que Florencia se había ido del lecho matrimonial, dejándolo solo, sin su aroma, sin su suavidad, Federico apretó los puños si seguía por ese rumbo su miembro estará tan erecto como una asta, que no podría ni calmarlo ni con la ayuda de su mano, la necesitaba, necesitaba su cuerpo unido al de él, su boca saqueando a la suya, sus gemidos, sus risas cuando se excitaba al tocarle la parte de atrás de sus rodillas, o los suaves ronroneos cuando la despertaba lamiéndole los pechos. ¡Maldición! El solo se condenaba a esa maldita frustración, pero aunque tuviera a una moza a su alcancé, no era ella, su mujer, no era lo que deseaba, suspirando se acerco a la mesilla donde estaban los vinos se sirvió una copa, mientras se relajaba en el sillón rojo damasco.
Florencia abrió lentamente la puerta, ahí estaba él, se veía tan relajado, su cabello caía en forma de cascada hacia atrás, su perfil era perfilado, pero aún así denotaba su carácter, denotaba la masculinidad, con los nudillos Flor tocó la puerta.
-¿Puedo entrar?-
Federico levantó la cabeza y le hizo una seña para que entrara
-¿Qué te trae a la cueva del lobo?-
Flor enrojeció levemente por la insinuación, nerviosa, pero sin dejar de verlo a los ojos empezó a hablar.
-necesito un favor-
Como si la palabra fuera un tónico para que le pusiera atención Federico se levantó del sillón, sonriendo como depredador lentamente fue hacia ella, Florencia pensó que realmente parecía un lobo acorralando a su presa.
-así, ¿que un favor? Sabes que un favor con favor se paga ¿verdad?-
-si, estoy informada de eso Señor-
-Quiero que me dejes de decir Señor-
-Pero yo no…-
-¡Shhh!- Federico le puso un dedo para callarla – si dices que soy tu señor, como tal te ordeno que no me llames así-
-Sí, …Amo- Florencia le dedico una sonrisa sarcástica
-¡No! Florencia, ni señor, ni amo, ni marques, ni lord, quiero que me llames por mi nombre, sobre todo si quieres pedirme un favor-
La sumisión de Florencia se vino a bajo, y su temperamento salio a relucir – Si serás bastardo, hijo de puta-
-mmm, creo que realmente no quieres ese favor-
Florencia iba a volver a maldecirlo, pero Federico la calló de inmediato – No mi amor, de esa boquita solo saldrá mi nombre y cosas dulces, si no quieres que la callé con mis labios, o con otra parte de mi cuerpo con la que también disfrutamos-
Florencia enrojeció, el recordatorio de las felaciones que le hacía a su marido vino a su mente, tenía que ser justa ya que como él decía los dos lo disfrutaban, era algo que no podía recriminar a Federico, ambos se daban al placer de estar en lecho.
Sacándola de su ensismamiento le pregunto cual era ese favor que quería.
-Mi hermana viene hoy de visita, se va a quedar hasta el final de mi embarazo en la casa, ella no sabe de tu negocio con mis padres, ni de cómo me vendieron y tu me compraste, así que necesito que finjamos ser una pareja perfecta-
Aunque a Federico le dolieron sus palabras no lo dejo ver –Esta bien-
Florencia lo vio sorprendida, no iba a preguntar ¿por qué? o que es lo ¿que quería? Y así se lo hizo ver -¿solo esta bien?-
-Si, amor mío, esta parodia del matrimonio perfecto será real, tu volverás a ser la misma esposa condescendiente, y volverás a nuestro lecho.

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