lunes, 22 de junio de 2009

Amor en el paraíso Capitulo IV

Florencia estaba espectacular, el calor de Cancún no dejaba por nada del mundo ponerse trajes sastres, pero si un vestido vaporoso color perla de tirantes, con bordados de la región, su cabello lo tenía recogido en un rodete trenzado con sandalias de tacón bajo y un bolso del mismo color del vestido, salio rumbo al restaurante, era un poco temprano pero no quería por ningún motivo perder a su primer cliente, el paisaje era hermoso, la vegetación de un lado y el mar del otro, el sueño dorado de cualquier mujer enamorada para su luna de miel, pero para ella esos sueños se esfumaron como con Máximo, en realidad no lo amaba pero su traición fue dolorosa, pero aun así, daba gracias a dios de deshacerse de él, pero por otra parte se sentía un poco culpable de lo sucedido, si hubiera puesto un poco más de esmero en esa relación, talvez no se hubiera ido de pique, pero es que ella de igual forma no se lo explicaba, desde que Federico Fritzenwalden entró a la empresa sus sueños se tornaron un poco más candentes, sus distracciones más seguidas, pero como alguien de ese porte, un hombre de 1.80 tez clara con unos ojos color miel que te invitaban a hundirte en ellos, pero lo que más le atraía de él era su boca, esa boca que tantas maravillas podría hacer aparte de besar, los senos de Florencia empezaron a hormiguear y sus pezones se contrajeron por el rumbo en que sus pensamientos se iban tornando, con un pequeño suspiro Florencia salio de sus pensamientos, le pagó al taxi y encamino al restaurante
Como siempre ella llegaba primero a las reuniones era lago que le había inculcado su padre <> ella nunca en su vida había visto faltar a su padre a ninguna reunión, así estuviera enfermo, amaba a su padre pero el nunca estaba con ella en los eventos importantes de su vida como su graduación con honores de la universidad, el día en que se comprometió con Máximo, o en sus cumpleaños, también comprendía que él no la quisiera ver ya que le recordaba mucho a su mamá, la cual murió de una hemorragia minutos después de haber dado a luz, aunque no lograba entender mucho a su padre, sabía que la amaba, pero parte de ella se sentía incompleta sin ese afecto.
Florencia paró en seco cuando vislumbro a ese hombre sentado en la mesa que se suponía que Ariel había reservado para ellos, pero como era posible, maldición tendría que luchar con él si era necesario pero de ninguna forma le iba a quitar a su cliente.
-Señorita Santillán, buenas noches- se poso detrás de ella para separarle la silla para que se pudiera sentar.
-Gracias, Señor Fritzenwalden, pero mi cita era con Ariel, no con ¡usted!- lo último lo repitió de la forma más grosera que pudo.
-veo que usted no se anda sobre las ramas-
-cuando se trata de negocios, nunca me ando con rodeos-
-eso lo sé, Flor-
- no me gusta que me llamen así-
-bueno, Florencia, que haces con Ariel-
-algo que no le incumbe, y puesto que no le incumbe retírese y no me vuelva hablar de tú, no le he dado permiso-
-¿por qué tan fría?, Florencia-
-¿usted no entiende verdad?-
-si me explica, mire, entiendo muy bien- Federico se recargó en la silla, estirando sus piernas pero una de sus manos fue directamente a los muslos de Florencia, ella en ese momento dio un pequeño brinco.
-¿Qué le sucede?-
-Cariño, ¿no te das cuenta?, nunca te diste cuenta, verdad.
-¿darme cuenta de qué? Y quite sus manos de mis…
La última palabra se vio interrumpida por el beso que inesperadamente Federico le dio, primero fue un roce suave, para después delinearlos con la lengua pidiendo permiso para que su lengua entrara, Florencia no pudo más y abrió la boca, él sabía al vino que estaba tomando y a exquisito pecado, pero cuando su mano empezó subir un poco más por la abertura del vestido, Florencia trató de separarse pero Federico no la dejo.
-¡Shh!, estamos apartados de todo y todos, aparte el mantel es largo-
-¡NO!- su grito fue ahogado por el sentimiento de la excitación ya que los dedos de Federico estaban jugando con el encaje de sus bragas.
-abre más las piernas, quiero que tengas un orgasmo con mis dedos-
Como si Florencia no pensara en ese momento y el que hablará fuera su cuerpo, abrió más las piernas dejando que Federico hiciera a un lado sus bragas.
-¡Dios mío! Flor estas tan húmeda, tan caliente, sino estuviéramos en un lugar tan publico en este momento metería mi cabeza entre tus muslos para probarte- Florencia reprimió un gemido por la excitación de tener a Federico entre sus piernas como le había dicho él.
-Por favor, Federico, para-
Federico tomo de nuevo sus labios, empezando a darle pequeños masajes en círculos y golpecitos a su clítoris – ¿en serio quieres que pare?
-no, ¡dios! no pares-
Entonces Federico volvió a tomar los labios de Florencia mientras bajaba sus dedos a su centro introduciendo un dedo, luego dos, metiéndolos y sacándolos, los gemidos de Florencia eran apaciguados por la boca de Federico para que nadie los escuchara, mientras abajo los dedos de él eran succionados pidiendo más…más…más, con el pulgar acariciaba el clítoris dulcemente, sintiendo los pequeños espasmos que indicaban que Florencia estaba apunto de tener en un orgasmo, entonces empezó más rápido los movimientos casi en segundos Florencia se corrió, fue un clímax tan inesperado por ella, que después de que Federico saliera de ella, esta seguía temblando. Federico la miraba estupefacto, así es como la imaginaba con las mejillas arreboladas y los labios hinchados por los besos, los dedos de Federico todavía tenían la esencia y la humedad de Florencia cuando esta abrió los ojos, vio que Federico se metía los dedos a la boca.
-mmm, delicioso, tan dulce y apetitoso como lo soñaba-
Florencia se sintió desvanecer en otro tremendo orgasmo, con la imagen que le presentaba Federico, probándola, en ese momento apareció el mesero entregándoles la carta.
-lo siento –leyendo su nombre en la etiqueta en su uniforme Federico le dijo –Luís pero la señorita se siente un poco mal, creo que necesita irse a la cama-
-¡oh! Lo entiendo señor, espero que se sienta mejor su esposa para que nos vuelva a visitar- este le guiño un ojo y se retiro.
Florencia le iba a contestar que ella no era la esposa de ese Señor arrogante él cual le acababa de dar un orgasmo delicioso y tan explosivo que en su vida podría olvidar.

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