Amor Cautivo capítulo V

La cena fue de lo más tranquila posible, Florencia veía a su esposo con una sonrisa traviesa y seductora, el sabía que esta noche ella dormiría con él, por eso esa sonrisa como un gato que acaba de comerse a su presa, por otro lado estaba su hermana y Matías las miradas estaban llenas de significo, la de él de deseo y la de ella de desesperación y enojo, tendría que vigilar muy bien a aquellos dos.
Matías era amigo de su esposo desde la infancia y sabía ciertas cosas de sus aventuras con las mujeres desde que supieron que su pene servía para otras cosas más, aparte de ser el conducto para descargar su vejiga

-¿Por qué tan preocupada, mi amor?
Florencia estaba en el balcón del cuarto que hace meses no compartia con su marido, vestida solo con su bata de dormir, sus pensamientos vagaban a la primera vez que ella y su marido habían hecho el amor, no fue dentro de su matrimonio, fue antes, pero aún así Federico le había prometido estrellas y luna, pero fue tan ingenua, amarrándose a ese hombre que ahora la estaba abrazando y acariciando a su enorme panza, ¿Cómo podría Federico pensar que se veía deseable con enorme bulto que cargaba?
-Vamos a la cama, amor, ella es testigo de mis noches de soledad, de mis noches de frío, de esas noches donde yo solo me tengo que hacer venir, por lo excitado que me pones-
Florencia se volteo y lo miro atónita.
-¿Te has quedado muda?, un hombre tiene que desahogarse-
-pero para eso existen las pu… digo las queridas o las mujeres de vida alegre-
-¿me crees tan vil para engañarte de esa forma?-
-te creo capaz de todo, al fin de todo me has comprado-
-Florencia cuando vas a entender, que eso solo fue un trato entre tus padres y yo, que no tuvo nada que ver contigo-
-¡no! Como puedes ser capaz de ser tan fresco, me compraste Federico, me compraste, pagaste por un servicio, y en este caso por una mujer que te calentara la cama, te tuviera la casa limpia, y un vientre para concebir-
Federico la agarro de los hombros, como era posible que su esposa pensara tal cosa de él, no recordaba todos las veces en que le decía que la amaba, en la primera vez de ellos cuando en la culminación los dos gritaron a la vez cuanto se querían, su esposa no podía ser tan ilusa.
-Por que tratas de alejarte de mí Florencia, no te alejes, sabes que te amo, por dios ese dinero fue para que tus padres tuvieran una mejor solvencia, para que tú no estuvieras preocupada por ellos, por lo que tenían y no tenían, ese contrato fue solo papeleo-
Y antes de que dijera algo su mujer poso sus labios sobre ella y a beso hasta que la sintió derretirse como siempre le pasaba, lentamente la llevo dentro de su cuarto, recostándola en la cama, el camisón quedo sostenido solo por el vientre y sus pechos llenos quedaron a la vista de su marido, el sin poder más los sostuvo en sus manos y se empezó a amamantar de ellos, succionándolos, pasando su lengua desde la aureola hasta el pezón, mordiéndolos suavemente, el sabía que eso la ponía ardiente, y sin dejar de amarla, fue despojándola de lo que quedaba de su camisón, ella ahora estaba, desnuda, excitada y completamente a su merced.